Inauguración: 10.08.24 a las 19:00h
Del 10.08.24 al 24.08.24
Sala C

 

Suplicantes del Museo de La Plata
Marcela Cabutti
Cecilia Lenardón
Paula Massarutti
Alexis Minkiewicz

 

Cuerpos de piedra que al encarnar lo sagrado deben ser eternos, condensar el ahora, el origen y concebir el concepto como el espacio-tiempo de la materia. Más conocidos como suplicantes, pero también denominados ídolos, fetiches, illas, amuletos o wak’as, estos objetos excepcionales fueron producidos entre el 500 a.C y 900 d.C por las comunidades del noroeste argentino pertenecientes al complejo cultural Condorhuasi-Alamito en la provincia de Catamarca.

Lo extraordinario de estas piezas refiere no solo a la dificultad de establecer acuerdos sobre cuándo, cómo y dónde se usaban o ubicaban; sino a la escasa cantidad de ejemplares hallados; a su pequeña escala; y a la representación única que no se reitera en ninguna otra materialidad y soporte de estas culturas. Pero esta singularidad se presenta, sobre todo, en su excelencia técnica, en la ocupación del tiempo concentrado en la forma, en la complejidad del tratamiento de los llenos y vacíos, en la experticia al perforar, tallar y pulir la materia. Suplicantes como síntesis. Realidad y abstracción de un cuerpo que es otro cuerpo, lo sagrado en y por el tiempo de la transformación de la piedra.

Como una cita contemporánea a las formas primigenias, la piedra se vuelve arena para ser cristal de espeso negro. Marcela Cabutti también transforma el material en algo más. El vidrio se vuelve relicario del aire que contiene y que lo hace posible: denso, replicado, fundido. En esta unión de tiempo y de materia, una copia en yeso de un suplicante se cuela como una identidad en tránsito en las manos de las monjas de Santa Cruz de la Sierra. Paula Masarutti se pregunta por las relaciones entre las personas y los objetos, cómo afectan y se afectan en la atribución de sentidos, qué realidades construyen y qué estructuras conmueven –con un potente gesto en este caso– en las religiones.

En el mundo andino prehispánico no existían palabras para distinguir el alma del cuerpo; la materia portaba en sí el sentido, tal como lo practica el registro de la acción que Cecilia Lernardón tituló Manifiesto. El grupo ensaya cierta coreografía que vuelve materia a los enunciados para quebrar, con el temblor de los músculos, con una pose incómoda y colectiva, los significados fijos.

La potencia material de nuevos suplicantes se funde en el bronce y se replica en la superficie del yeso que Alexis Minkiewicz trabaja exquisitamente. Como una continuidad de tiempo y espacio, las formas integran el ciclo vital, contienen el modelo vivo, el tiempo ahora, lo que fue y lo que será.

 

Curaduría: Natalia Giglietti y Elena Sedán
Diseño de exposición y producción: Francisco Pourtalé
Coordinación de producción y montaje: Santiago Martínez
Montaje: Florencia Murace y Vanina Policano
Coordinación de comunicación y estrategias digitales: Diego Ibañez Roka
Diseño: Pablo Tesone, Inés Ward
Música: Pablo Toledo

Agradecimientos
Analía Lanteri, Laura Miotti, Mariano Bonomo, Guillermina Couso, Julieta Pellizzari, Lisandro Salvador, Marina Aguerre, Clarisa Appendino, Agustina Aragón.

 

Patrimonio escultórico: los suplicantes del Museo de La Plata

Introducción a las prácticas escultóricas
Las prácticas escultóricas en piedra emergen tempranamente en el Noroeste Argentino (NOA), con las primeras piezas datadas en el Período Formativo Inferior (500 aC.-500 d.C), extendiéndose al Formativo Superior (500 d.C – 900 d.C). Durante este tiempo, las culturas arqueológicas responsables de estas expresiones artísticas, como Condorhuasi, El Alamito, La Ciénaga y La Aguada o Ambato, florecieron dentro de un contexto social dominado por elementos teocráticos. En particular, se atribuye a las expresiones Condorhuasi y El Alamito la creación de estas notables piezas escultóricas, que reflejan una complejidad artística y simbólica profunda.

Diversidad y funcionalidad de las esculturas
El arte en piedra precolombino del NOA abarca una variedad de manifestaciones escultóricas, cada una con morfologías y funciones específicas. Entre estas, destacan las máscaras funerarias, amuletos conocidos como “caijlles” en la lengua de los antiguos pueblos Diaguito-Calchaquíes, morteros para procesar alucinógenos, semillas, pigmentos minerales, etc. y figuras antropomorfas y zoomorfas, algunas de las cuales son representaciones realistas de cuerpos humanos con recipientes en el vientre. Estas obras no solo muestran una habilidad técnica extraordinaria, sino también un alto grado de abstracción.

Los ídolos suplicantes: Illas y fetiches
Dentro de este repertorio sobresalen las “Illas” o amuletos propiciatorios, y los denominados “ídolos suplicantes” o fetiches, términos acuñados a finales del siglo XIX por destacados antropólogos e investigadores como J. B. Ambrosetti y A. Quiroga. Estos ídolos han sido encontrados principalmente en la subárea Valliserrana del antiguo territorio Calchaquí, en sitios como el extremo boreal del bolsón de Pipanaco (Andalgalá), el Campo del Pucará y el valle de Paclín. Las esculturas se caracterizan por una maestría en la talla y una fuerza expresiva singular, que combina lo humano con lo animal en un lenguaje visual de gran impacto.

Contexto ritual y significado
Se ha sugerido que estos ídolos formaban parte de ceremonias rituales, probablemente ligadas al complejo cultural Condorhuasi-El Alamito. Investigaciones arqueológicas realizadas en la década de 1970 por V. N. Regueiro en El Alamito han descubierto que algunas de estas esculturas podrían haber sido parte de ajuares fúnebres de individuos de alto rango, posiblemente chamanes, que ocupaban roles jerárquicos dentro de estas sociedades teocráticas.

Interpretación y simbolismo
Las representaciones tridimensionales de estas esculturas, que combinan rasgos antropomorfos en el cuerpo y zoomorfos en la cabeza, evocan máscaras rituales usadas en ceremonias para cubrir o sustituir las cabezas de los individuos. Un ejemplo clave es la pieza pequeña, en relación al resto (altura, 130mm. ancho, 65mm. espesor, 60mm), en donde se duplica o triplica su tamaño, perteneciente a la colección Moreno, que lleva el número de catálogo 919, donde se observa una figura en actitud genuflexa, con los brazos y manos colocados detrás de la cabeza, lo que podría indicar un personaje a punto de ser sacrificado.
Esta postura ha llevado a los estudiosos como Raffino (1997) a conectar estas esculturas con antiguas prácticas y creencias de los Calchaquíes, recopiladas a fines del siglo XIX por investigadores como Adán Quiroga y Samuel Lafone Quevedo. Según sus relatos, estos sacrificios humanos y ceremonias propiciatorias estaban destinados a apaciguar deidades relacionadas con la tierra y la lluvia, como “El Chiqui”, una divinidad temida que los antiguos habitantes de la zona que intentaban aplacar mediante rituales que involucraban el uso de máscaras,  sacrificios humanos y animales.

Conclusión
Las esculturas en piedra del NOA no solo representan una manifestación artística de gran valor, sino que también nos ofrecen una ventana al complejo mundo espiritual y social de las culturas precolombinas de la región. Estas obras, cargadas de simbolismo y función ritual, no solo destacan por su maestría técnica, sino que también reflejan las creencias, prácticas y jerarquías de las sociedades que las crearon. Su riqueza en detalles y la variedad de formas empleadas en su elaboración nos hablan de un profundo vínculo entre el arte y la espiritualidad, sirviendo como valiosos testimonios de la rica herencia cultural del Noroeste Argentino. A través de estas esculturas, podemos vislumbrar las formas en que estos pueblos antiguos interactuaban con los seres naturales y sobrenaturales y cómo sus rituales y creencias moldearon su expresión artística.

 

Guillermina Couso
Encargada de colecciones

 Laura Miotti
Jefa de División
División Arqueología
Museo de La Plata